Eduardo Lizárraga Giménez
nació en Presencio (provincia de Burgos) el 16 de septiembre de 1.929, hijo de
Aquilino Lizárraga Giménez y Asunción Giménez y Giménez, gitanos y vendedores
ambulantes que viajaban por la provincia de Burgos, parte de Palencia y algunos
pueblos sorianos, intentando sacar a su familia adelante. Eran tiempos difíciles
para casi todos, pero más si cabe para los gitanos que andaban por los caminos...
Eduardo es el último de una dinastía
de cesteros de la Ribera del Duero. Ya sus abuelos, Eduardo Lizárraga Giménez y
la abuela Ramona, se dedicaron desde siempre a la cestería, y digo último porque,
aunque sus hijos dominan el arte de crear con el mimbre, no parecen estar muy
interesados en mantener la tradición, son otros tiempos "dice". El
trabajo del mimbre es muy esclavo, tienes que dedicar muchas horas para sacar
apenas un sueldo que te permita vivir con dignidad. Siente tristeza al ver que
ninguno de sus hijos continuará la tradición de la familia.
Eduardo tuvo 12 hermanos (5
chicos y 7 chicas), y aunque todos ellos crecieron entre cesterías y conocían
el arte, solamente él y su hermano Antonio Lizárraga Giménez acabaron
dedicándose profesionalmente al tema del mimbre. Los demás eligieron otros
caminos, aunque tampoco había demasiadas oportunidades para los gitanos. La sensación de
discriminación es algo que recuerda casi desde siempre, parecía que habíamos
robado o matado a alguien, además la vida del gitano entonces era muy esclava y
con muchas penurias.
Pasaban mucha hambre en
aquellos tiempos y comían básicamente patatas, que cogían del campo. Algunas
veces, en los pueblos, hacían trueque de cestas de mimbre por patatas, alguna
hogaza de pan y tocino.
Su infancia la pasó entre
bestias, carromatos y caminos, vendiendo por los pueblos y las ferias los
artículos que confeccionaban mientras se desplazaban de un lugar a otro. Solían
acampar cerca del río y bajaban a sus orillas para recoger y mojar el mimbre
con el que preparaban sus trabajos. Todavía se acuerda de cuando hizo su
primera cesta, debía de tener unos 10 u 11 años... (se le ilumina el rostro al
recordar).
Una vez, cuando tenía quince
años, estando con sus padres haciendo cestas en la orilla del río, apareció la
Guardia Civil de malas maneras, amenazándoles y pegándoles. Tuvieron que salir
corriendo. En otra ocasión estaban acampados en Baltanás o Quintana del Puente
(provincia de Palencia), no recuerda bien, y apareció la Guardia Civil y no
veas la que se lio (Eduardo hace el gesto de agacharse a coger piedras y
lanzarlas para defender lo suyo).
También recuerda, cerca de
Salas, estando acampados el tren atropelló a 5 machos y caballos, fue un
desastre. En aquella época los animales eran muy importantes para ellos.
En Puentedura tuvieron una
yegua que tenía muy mala leche. Una vez se les escapo por el pueblo y no había
manera de cogerla, tardaron su tiempo, aunque todo acabo bien.
Una gran parte de sus vidas
la han pasado en Gumiel de Izan y hará unos 30 o 40 años que sus vidas, y las
de sus hijos, se estabilizaron algo con la llegada a su casa actual en Aranda
de Duero.
Aunque nunca ha tenido
publicidad en ningún sitio, desde hace años la gente pasa por su casa a hacerle
diferentes encargos como sillas y garrafones, aunque lo que más ha trabajado
son los cestos de vendimiar (hace tiempo ya) y otros tipos de cestas. Dice que
la gente que le compraba cosas, hablaban a otros de su trabajo y poco a poco fue
siendo conocido.
Eduardo ha hecho casi todos
los cestos grandes que se utilizan para la vendimia en la Ribera del Duero. El
cesto de mimbre para vendimiar hay que hacerlo de pie y es duro, no como las
cestas que se pueden hacer sentado.
Siempre ha sido un amante de
su profesión, me cuenta Patricia, incluso hoy día se pone en cualquier momento
a hacer cestas. Me tiene rota la bañera y me moja toda la casa, es un
desastre...
El segundo domingo de
septiembre ha estado en Hacinas (provincia de Burgos), donde se celebra la
tradicional romería de Santa Lucía y ha tenido buenas ventas. Hace mucho, en
Abejar (provincia de Soria) participó en una feria y fue algo increíble, se
llevaban las cestas como churros, y una, y otra, y una, y otra...
Cuando Eduardo contaba con
40 ó 50 años, le llamaron de la empresa constructora Vigar y allí estuvo
trabajando, entre compresores, hasta que llego su jubilación, más o menos con
65 años. Durante todo ese tiempo no dejo de trabajar, siempre que tenía
ocasión, el mimbre. Era una manera de conseguir algo más de dinero y además le
gustaba hacerlo.
Preciosa historia. Gracias por contarla
ResponderEliminarSoy su nieto, orgulloso de el por su fortaleza y por haber sacado adelante a su familia a pesar de muchas dificultades. Tiene ya 90 años y una fortaleza increíble, fueron de los últimos gitanos andarios y es de los pocos canasteros que quedan. Gracias por contar su historia
ResponderEliminarMi padre un hombre con una fortaleza increíble
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